J.D. Salinger, por los viejos tiempos

Hapworth 16, 1924 (fragmento)

J.D. Salinger

Mayo 28, 1965.

Campamento Simon Hapworth
Lago Hapworth
Hapworth, Maine
Hapworth 16, 1924, o algo así
en la falda de los dioses!!

Queridos Bessie, Les, Beatrice, Walter y Waker:
Voy a escribir por los dos, creo, ya que Buddy está ocupado en otro lugar, por un período indefinido de tiempo. Entre el sesenta y ochenta por ciento del tiempo, para mi eterna diversión y pena, el magnifico, elusivo, cómico muchacho ¡está ocupado en otra parte! Como sabrán en sus entrañas y corazones, los extrañamos terriblemente. Desafortunadamente, tengo muchas esperanzas de que sea recíproco. Esto me causa una desazón cómica, aunque no tan cómica. Es completamente desagradable lograr pequeñas acciones del cuerpo o el corazón y después esperar la reacción. Estoy profundamente convencido de que si el sombrero de A es arrastrado por el viento mientras pasea por la calle, es el amable deber de B recogerlo y devolvérselo, sin examinar la cara de A o escudriñarla en busca de gratitud. ¡Mi Dios, déjame que logre extrañar a mi amada familia sin desear que por su parte me extrañen! Requiere un carácter menos débil que del que dispongo. ¡Dios mío, sin embargo, en la otra columna del balance, es un hecho que siempre se está acechando a las personas en retrospectiva! ¡Cómo extrañamos vuestras caras de entusiasmo, de emoción! Nací sin demasiado apoyo, en vista de las continuas ausencias de los seres que amo. Es un hecho simple, molestamente convincente y cómico, que mi independencia es profunda, a diferencia de la de mi elusivo hermano menor y compañero de campamento. Mientras tengo presente que mi sentimiento de pérdida respecto a ustedes es muy preciso hoy, difícilmente soportable en un último análisis, también es cierto que estoy aprovechando esta sorprendente oportunidad para usar mi nueva y absolutamente trivial maestría en la construcción escrita y en la correcta formación de oraciones, que he enriquecido levemente gracias a ese pequeño libro —alternativamente invalorable o espantoso— que ustedes me vieron derramar hasta el exceso durante los difíciles días previos a nuestra partida hacia este lugar. ¡A pesar de que esto es terriblemente aburrido para ustedes, queridos Bessie y Les, la magistral o meramente adecuada construcción de oraciones tiene una leve, divertida importancia para un joven tonto como yo! Sería un alivio purgar mi sistema de palabras rimbombantes este año. Me arriesgo a destruir un posible futuro como joven poeta, secreto estudioso y persona sin afectamientos. Les ruego a los dos, y tal vez a la Srta. Overman, si van a la biblioteca o la encuentran cuando les quede bien, que miren fríamente lo escrito y me notifiquen inmediatamente si encuentran errores flagrantes o meros descuidos en la construcción básica, la gramática, puntuación o el buen gusto. Si por accidente o intencionalmente encuentran a la Srta. Overman, por favor pídanle que no tenga misericordia conmigo en este pequeño asunto, asegurándole gentilmente que me enferma la enorme distancia y las diferencias embarazosas -entre otras cosas- que existe entre mi discurso oral y el escrito. Es vicioso y preocupante tener dos voces. Por favor extiéndanle a esa graciosa mujer de valores secretos mi amor y respeto eternos. Le pido a Dios que ustedes, mis seres queridos, dejen de pensar en ella como una persona anticuada. Está muy lejos de serlo. A su modesta y emocionante manera, esa pequeña mujer tiene mucho de la simplicidad y encantadora fortaleza de una secreta heroína de la Guerra Civil o de la Guerra de Crimea, tal vez las guerras más conmovedoras de los últimos siglos. ¡Mi Dios, simplemente recuerden que esta valiosa solterona ni siquiera encuentra un lugar cómodo en este siglo! Desafortunadamente, el presente siglo es para ella vulgarmente embarazoso desde el vamos. En lo profundo de su corazón, ella estaría encantada de vivir los años que le quedan como una amiga íntima de Elizabeth y Jane Bennet, siendo constantemente visitada por las igualmente deliciosas heroínas de Orgullo y Prejuicio en busca de un consejo sensible y elocuente. Desafortunadamente, ni siquiera es bibliotecaria por vocación. Por favor, por lo menos muéstrenle una parte generosa de esta carta que no les parezca demasiado personal o vulgar, advirtiéndole al mismo tiempo que no juzgue, una vez más, mi caligrafía con severidad. Francamente, mi caligrafía no merece que agote su paciencia, sus energías y su frágil sentido de la realidad. También francamente, me temo que aunque mi caligrafía mejore con los años, luciendo cada vez menos como la expresión de un demente, es, en su mayor parte, irredimible. Mi inestabilidad personal y el exceso de emoción estarán, por desgracia, por siempre marcadas en cada trazo [...] 

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